jueves, 16 de noviembre de 2017

EL TEST DE LA "C" PARA TU FAMILIA



Los problemas comportamiento de uno de nuestros hijos distorsionan gravemente nuestra vida familiar. El chico se muestra contestón o rebelde, la chica desobedece o nos ignora directamente. Cuando aparecen estas situaciones es normal que los padres se pregunten: ¿El chico tiene un problema? ¿Tendrá algún conflicto psicológico? ¿Le ha pasado algo en clase? En ese momento piensan, le llevaremos a un profesional para que lo analice y le ayude. No obstante, aunque, es cierto que nuestro hijo puede estar sufriendo algún conflicto, el primer examen lo tenemos que hacer en nuestra familia o en nuestro estilo educativo. Muchos problemas de conducta  residen en las dinámicas, hábitos, estilos o estructura de la familia. Por eso, mi primera recomendación es autoadministrarse el “test de la C”.

No pretendo jugar a pasapalabra, pero hay muchas claves (Con “c”) en la familia para detectar la causa (Con “c”)  de un problema de conducta (Con “c”). Con la letra c podemos hacer un recorrido por los factores que está sosteniendo el problema de conducta.

1.       Comunicación: Cómo damos las órdenes, cómo expresamos las críticas, cómo pedimos los favores, cómo expresamos nuestras opiniones, cómo escuchamos a nuestro hijos… definen el estilo de comunicación. Es frecuente encontrar chicos que en su comportamiento están reaccionado a un estilo ansioso, sarcástico, exigente.

2.       Control emocional: Corregir dominados por la ira, opinar controlados por nuestra ansiedad, motivar influidos por nuestra pena son hábitos que promueven en el hijo reacciones comportamentales. Es difícil manejar las propias emociones (la tristeza, la ira, el miedo, el entusiasmo…) para poder influir en nuestro hijos como deseamos. Aunque parezca increíble, hay gente que lo hace. Esto se puede aprender.

3.       Consecuencias: Todo el mundo sabe que el mal comportamiento debe tener consecuencias. Pero tal vez olvidemos que las consecuencias deben ser concretas, previsibles, más o menos inmediatas, proporcionadas y significativas (en otro artículo nos dedicaremos a hablar sobre los castigos). Además, las consecuencias más potentes son las consecuencias positivas sobre el buen comportamiento. Es más eficaz recompensar con puntos, chuches, elogios, tiempo de juego la conducta de estar sentado estudiando que castigar con puntos, chuches, reproches, tiempo de juego el comportamiento de levantarse constantemente de la mesa de estudio.

4.       Comunión de los padres: me refiero a la unidad de criterio. Las contradicciones entre los padres que escenificamos delante de nuestro retoños, le enseñan que las normas son inestables, que creando disensión se consiguen concesiones, que los padres no están seguros de lo que dicen, que es útil jugar a las alianzas según la responsabilidad de la que me quiero escapar. Es necesario que los padres desvíen sus diferencias a los momentos en los que están a solas y se esfuercen en cuidar la propia relación.

5.       Coherencia: se refiere a ser modelo. Yo le pido esfuerzo en los estudios y él observa mi empeño en el quehacer diario. Yo le pido que hable con respeto de los compañeros y él observa que yo soy leal a los compañeros de trabajo. Yo le pido que él controle su mal genio y él observa que yo disipo mi mala leche para hablar con él. Etc.

6.       Constancia: Insistir, perseverar, continuar a pesar de su reacción, de nuestro cansancio, de sus amenazas. Supone que los padres siempre debemos tener encendidas las luces largas y mirar la jugada de manera estratégica y global. No conozco a ningún adolescente que salte de alegría cuando sus padres le comunican que a partir de mañana tendrá que ordenar el cuarto, cumplir el horario de llegada y respetar un tiempo de estudio. Todos tratarán durante un tiempo y por etapas conseguir que los progenitores cedan. Sólo la constancia y la fe en la acción diaria puede ayudar a nuestro discípulo a controlar su mal comportamiento.

7.       Clima: el ambiente en el hogar es crucial. La relación familiar, las ganas de estar juntos, las actividades placenteras que hacemos reunidos, las demostraciones de afecto, la capacidad de perdonar las meteduras de pata, la actitud de adaptación a las defectos de los demás, las comprensión de las necesidades de unos otros. Es bueno preguntarse si los padres queremos trabajar para crear buen ambiente en el hogar.

8.       Calendario: examina el tiempo que  dedicas a la familia,  a tus hijos. ¿Cuánto tiempo te queda después de trabajo, hobbies, compromisos, descanso para estar con tus hijos? Tiempo para supervisar, para ver que se cumple un castigo, para reír, para escuchar.


En definitiva espero que este pequeño análisis nos ayude a comprender mejor los problemas de comportamiento de nuestros hijos y enfocar mejor nuestra estrategia de trabajo. Ahora bien, si algo no está correcto (con “c”), considera (con “c”) con calma (con “c”) los cambios (con “c”) que te toca corregir (con “c”).