En la vida de pareja, la comunicación es un elemento vital. En muchas ocasiones,
la pareja descubre que una conversación ha embarrancado y se masca una buena
dosis de tensión. Si hablamos con cada uno por separado nos dirá que el otro no
escucha, que no entiende cómo se ha puesto así y que hay temas que no se pueden
tocar. Es posible que la pareja esté tropezando sin saberlo con lo que podemos
llamar “los protagonistas ocultos de nuestras conversaciones”
Todos
tenemos apegos. Unos son sanos y otros verdaderamente insanos. ¡Cómo no vamos a
estar apegados a nuestros hijos, amigos o hermanos! El apego es sano si nos
permite pensar (podemos decidir sin
manipulaciones), ser libres (podemos
decirle “si” y “no” a sus demandas) y no nos hace ciegos (reconocemos lo que nos gusta y lo que no). Este apego si es
sano para mí, también lo será para mi marido/mujer.
No
obstante, también tenemos otros apegos que nos parecen “inconfesables”
porque pensamos que el otro no está dispuesto a aceptarlo o porque se pueden considerar
como una debilidad. Por ejemplo, puedo estar pasando una época en la que me
siento un poco distanciado de mis amigos y, cuando uno me pide ayuda (quiere
salir a tomar un café, ir a jugar al tenis o nos invita a una paella en su casa)
siento que no puedo negarme. Como creo que no puedo confesar mi dificultad para
decir que no a mi amigo, tengo la tentación de manipular la conversación o la
agenda familiar para satisfacer mi deseo. Esto puede llevar a una discusión
tremenda y a generar desconfianza en mi pareja.

Fuente: Matrimonio ¿Hablamos?